Amargo. Eso era todo. Veinticinco años resumidos en una sola frase: Aquel té estaba amargo. Ni siquiera supiste endulzarme el último momento, volviste a olvidar el azúcar. -Tres cucharadas, por favor-, te suplicaba cada día. Pero tras cada rebelión venía la bofetada. Por eso he tenido que hacer añicos el azucarero de cristal, igual que tú hiciste pedazos mi vida y con uno de ellos te he rasgado el cuello. Casi he añorado el consabido golpe.
Pero no ha llegado.
Estás muerto.
Esperaré a la policía mientras me bebo el último té amargo de mi vida.
Uhmmmm... pues si ese es el panorama, haré lo que tengo que hacer: ya sabes... hazme sitio en el sofá y ponme un té a mí también. Con mucha azúcar, como el futuro...
ResponderEliminarEse dulce tan amargo del que hablas me ha conmovido.
ResponderEliminarBuen cambio de colores, facilita mucho la lectura (por lo menos la mía).
QUE A GUSTO SE HA "QUEDAO".......
ResponderEliminarMuy bien,vamos creciedo poco a poco
ResponderEliminar